En la historia universal ha habido reyes que renunciaron a su corona por amor. Elías, el profeta, renunció durante largo tiempo a su misión divina para cobijarse en la tibieza de una vida normal y corriente. Pero, ¿es posible escapar? La fuerza del destino conspira para que lo que está escrito se cumpla. Para cada espíritu existe un camino predeterminado y la sabiduría quizá radique en aprender a recorrerlo. Aunque sea duro y, a veces, no deseado.
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