Todos sabemos que los seres humanos tenemos (más o menos) la capacidad de relacionarnos de una manera profunda y directa. Esta capacidad se expresa, por ejemplo, cuando un músico emociona a su público. Para lograr esto, la persona tiene que sentir y estimular las reacciones y el humor de los demás.
Lo cierto es que estamos predispuestos a relacionarnos. La neurociencia ha descubierto que nuestro cerebro está diseñado para que seamos sociables.
Esta es la razón por la que siempre influimos en la mente (y en el cuerpo) de los demás, al igual que los demás influyen en nosotros.
Daniel Goleman, psicólogo de la Universidad de Harvard y articulista del New York Times, publicó en 1995 Inteligencia emocional, en donde hablaba sobre la habilidad humana de lidiar con nuestras emociones para entablar relaciones positivas. Ahora da un paso más en Inteligencia social, donde amplía sus estudios sobre la habilidad humana de conectarse con los demás.
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