ME GUSTARÍA DAR LAS GRACIAS a los miles de lectores que han mostrado su reconocimiento a mi primer libro, El caballero de la armadura oxidada. Asimismo, agradezco las innumerables cartas que he recibido, tanto de hombres, como de mujeres y niños, en las que me explicaban detenidamente el impacto que El caballero había tenido en sus vidas.
La obra, sin duda alguna, ha tenido un gran impacto también en mi vida. Escribir este libro ha constituido una experiencia, o, para ser más preciso, una aventura. Gracias a él he podido conocer a gente maravillosa tanto por carta, como por teléfono o en persona, lo cual nunca hubiera sido posible de otro modo. Algunas de esas experiencias las comparto contigo, lector.
Un psicólogo de Los Ángeles me comunicó que El caballero había evitado que uno de sus pacientes más ancianos se suicidara.
Recibí cartas de diversos directores de clínicas psiquiátricas de Estados Unidos en las que me informaban de que El caballero formaba parte de su programa asistencial para que los pacientes recuperaran la salud física, mental y emocional.
Muchas de las cartas más gratificantes pertenecen a niños a partir de los nueve años que me escriben para comentarme lo que ha significado el libro para ellos y cómo les ha cambiado la vida. Una niña de diez años de Ontario me escribió para decirme que antes de leer el libro creía que en su vida todo le iba a ir de maravilla, pero que ahora sabía que quizás no iba a ser así, aunque lo iba a aceptar de igual grado. También comentaba que El caballero le había hecho darse cuenta de que sólo gracias al silencio podría descubrir quién era.
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