Cuando a un hombre le duele una muela, va al dentista. Cuando se le rompe el auto, va al mecánico. Pero cuando lo deja una mujer no sabe a quien recurrir. ¿Estás o has estado en esta situación? Pues claro que sí. ¿Quién no?
Seguramente trataste de convencerla de que vuelva, le rogaste, le demostraste de mil formas tu amor. Pero eso no dio resultados. Entonces intentaste ser su amigo. Los esporádicos mensajes de texto, los mails y las llamadas telefónicas eran una clara señal de que ella seguía interesada y sólo tenías que hacerla reaccionar.
Pero eso tampoco funcionó.
¿No sentís que es hora de cambiar la estrategia? Pensarás que es una casualidad que lo que te sucedió se parezca tanto a lo que acabo de describir.
También pensarás que es una casualidad tener ahora este libro en tus manos. ¿Crees en las casualidades? Porque yo no.
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